martes, 11 de diciembre de 2007

ODIO (oh Dios?)


No es que me sienta un Lucifer de bolsillo pero todos hemos odiado alguna vez


Lista de cosas que odio:


-La gente Hipócrita
-Los Chantas
-Las inyecciones entrando con descaro por mi culo
-Ser tan flojo e irresponsable
-Que cante tan mal
-A los machistas
-Ir al baño a cagar y no encontrar papel higiénico (así se llama, eh?)
-A los gatos caprichosos, o sea a todos los gatos
-A los que aparentan ser algo que nunca han sido
-Pisar caca en la calle y percatarse recién cuando ya estás en tu casa recostado sobre tu cama y está toda desparramada en tu zapatilla nueva.
-Las flacuchentas que se juran minas
-Las gordas que se juran minas
-Fracasar
-Los Fotolog
-Los que se creen escritores (yo?)
-Cuando está que se te sale un peo en un lugar callado, en donde hay mucha gente importante.
-La gente que no puede reirse de ellos mismos
-El fútbol
-Los que se creen más machitos y resultan ser unos cobardes
-Los flaytes
-La sopa
-Que se me apague la Play o el PC justo antes de guardar el avance de esa etapa que costó tanto pasar
-Que mi hermano grite en mi oreja
-Que conviertan a la Navidad en un negocio (el arbol del mall es mi objetivo a derribar ¬¬)
-A los que odian a la gente
-Que abusen de los débiles
-Que los ricos humillen a los pobres
-Que vean a Dios como un castigador, que le carguen el muerto a él de las acciones de los hombres y que no vean lo que realmente es : AMOR
-Las listas largas XD


Imagen: "Odio" Salvador Dalí

domingo, 20 de mayo de 2007

¿Quién dijo que perdíamos el tiempo con la tía Yenny???

En Escritura Creativa no sólo pensamos, también escribimos, no es pura flojera, créanme ^^.
Nuestra querida Tía Yenny nos enseñó a "crear" y eso es lo que hice...
4 historias a base de temas que ella tan gentilmente nos propuso


Malos Recuerdos

-Sé que no te gusta que hable de él, Omar, pero ya se han cumplido 5 años desde que se fue. Aquí mismo, en esta misma playa…pero bueno que le vamos a hacer. ¿Está fuerte el viento, eh?

-Sí, mi amor.

-Un 13 de Febrero, tal como hoy. ¿Sabes? Todavía lo extraño. Pero no te enojes si lo digo ¿ya? Tú sabes que sólo te amo a ti querido. Pero Federico también fue muy importante, con él viví casi 25 años. Me acuerdo que le encantaba venir a esta playa a respirar el viento, yo le decía que eso era bastante cliché, pero él me ignoraba y decía que yo no tenía idea de nada, me recalcaba que estaba mareada y embriagada del humo de cigarrillo y de los tubos de escape de los autos que él mismo vendía en la compra-venta. A mi me daba mucho frío el viento pero ahora lo encuentro más cálido, pareciese que Federico lo entibia para mi desde el allá abajo. ¿Lo crees así, Omar?

-Sí, mi amor.

-Así me gusta, que me apoyes. No como esa mula de Federico que siempre me llevaba la contra en todo, pasábamos discutiendo por puras tonteras, pero nos encantaba hacerlo, nos divertíamos mucho. Yo quería ir siempre al campo o a la montaña y él siempre quería venir al mar. El muy tonto no sabía que el lugar que tanto quería le haría de verdugo. Tonto…

-Sí, mi amor.

-Pero él siempre sintió respeto por este charco inmundo. Decía que le maravillaba la majestuosidad de la naturaleza y el poder de Dios….Y ahora me acuerdo que Federico me decía lo mismo antes de hacer el amor, cuando me tocaba y me besaba los pechos agradeciendo al Creador por tanta belleza, ayyy, nadie me ha hecho más feliz en la cama que él. Ni siquiera tú Omar. ¡Maldito Federico! ¿Por qué te moriste? No debería haberse ahogado el muy mal nacido, ¿cierto, mi amor?

-Sí, mi vida.

-¡Se hundió en esa mierda de mar en frente mío! Le dije al idiota que no comiera antes de bañarse, pero su terquedad fue más. ¡Me dejaste sola idiota! Se suponía que íbamos a llegar a viejos juntos, que yo te iba a peinar tu pelo canoso, que nuestras tontas discusiones iban a seguir hasta que la tumba de la vejez declarara vencedor a cualquiera de los dos…Creo que te amé Federico y todavía te amo, porque yo también soy mula y terca, nunca me olvidaré del único hombre que amo y con el que engendré dos hermosos hijos. Lo siento, Omar, pero es verdad, nunca te he querido ni siquiera un poco, creo que sólo intenté llenar un espacio que jamás nadie podrá ocupar. Perdón por herir tus sentimientos y despreciar tu amor y disposición. Ahora deberemos separarnos. Y te agradezco igual por prestarme atención siempre sin discutir.

-Disculpa mi amor, ¿me dijiste algo?

Nada en la Caja

Cuando Claudia abre los ojos una luz blanca y cegadora se encarga de cerrárselos. No recuerda nada, excepto una leve sensación de metal frío en la palma de su mano derecha, que comienza a desvanecerse de a poco por el calor de la luz omnipotente.

Los globos oculares comienzan a abrazar el plano, chocan de golpe con una habitación blanca. Ya he visto esto en varias películas, piensa, pero no recuerdo de qué trataban, ni como se llamaban, ¡diablos! No me puedo acordar de nada. El suelo y las paredes están acolchadas, sus pies descalzos le informan de la suavidad del lugar. ¡Qué rico! Frota la planta de sus pies contra el colchón que tiene como punto de gravedad. Además hay una calidez uniforme, es relajante, la misma luz que todo lo envuelve debe producir este calor, imagina Claudia.

¡Pero en qué estoy pensando! Debería intentar recordar cómo llegué aquí, se dice, o mejor aún, por qué…No, nada. Vacío. Claudia se sienta en medio de la habitación a esperar algo que ni siquiera sabe qué es. Espera que suceda, espera ansiosamente, espera y espera. No, nada. Memoria y habitación: vacía.

Me parece que ya ha pasado un año, el hambre, la sed, el sueño y el aburrimiento me están matando. Se recuesta en el mismo sitio, ya no quiere ni moverse. Pese a todo no me siento mal, no me molesta, pero tampoco me siento bien; es como estar acostada en la Nada, abrazada besando a la Incertidumbre y tapada con la manta de la Duda.

De pronto, ahí, en la esquina superior derecha, un cuerpo extraño. Pasa casi desapercibido, pero ahí está. Un cilindro cerrado por un vidrio. Ella se acerca lentamente, lo mira, piensa algo y luego, como un relámpago estira su brazo con fuerza y lo arranca de raíz, junto con una mata de cables…

Tsssssssssssssssssssssssssssssssssss

-¿Lo vió doctor? Estuvo 20 minutos en la habitación de reposo y ya presentó un acto violento a romper la cámara. Voy a apagar este receptor que el ruido me desespera. ¿Y qué cree usted?

-El diagnóstico es lapidario señor Fiscal: Demencia. Lo bueno es que se salvará de la cárcel, ¿o no?

-La muy perra se salvará de una Cadena Perpetua que le hubiese venido bastante bien. Es denigrante para un hombre que su mujer lo mate con su propia pistola…

Una llamada de larga distancia por favor…

…La madera ayudó a que el fuego devorara muy rápido toda la casita en la que vivían los Hernández, tú sabes que acá en el sur todo lo hacen de madera poh, desde la cabaña más cuica hasta la mediagua más pobre, no como nosotros que estamos acostumbrados al cemento caliente de Santiago, aunque después de 4 años viviendo aquí ya me estoy acostumbrando a ver palos por todos lados…juajuajua, no poh vieja caliente, no esos palos…sí, sí, bueno te sigo contando poh, cuando salimos a ver había la tremenda fogata donde los vecinos, estaba ardiendo completa y el Pablo…si, ese mismo Pablo, al que le mirábamos el culo cuando salía a colgar su ropa al patio, ¿te acuerdas?...si poh, ese que estaba casado con la tal Carolina, la de las tremendas tetas que se paseaba con su minifalda por la población, y te digo “estaba” porque desde el día del incendio no la han visto…ooooye caleturienta, tú eras la que se asomaba por entre la cortina para ver como lo hacían esos dos…si, jajaja, se veía todo ¡Pero ya pues! Déjame seguir contándote. Cuando salimos, el Pablo estaba parado en frente de las llamas, con un bidón de bencina de 15 litros y no se movía, te lo digo en serio, ni siquiera pestañeaba, estaba como hipnotizado por el rojo del fuego, parecía un … ¿cómo era que se llamaban?...¡ah sí! Parecía pirómano. Me dio miedo verlo, aunque más miedo me dio que el fuego llegara a mi casa porque el calor era enfermizo, como el mismo infierno…no, si si, los pacos me llamaron para declarar como testigo porque piensan que él quemó la casa, y yo les dije lo que vi no más poh…no sé donde habrá quedado la tetona, nadie sabe donde puede estar, algunos piensan que se arrancó de su Pablito porque le sacaba la cresta, pero tú y yo sabemos que le sacaba la cresta en la C A M A, jajajaja. Pero yo sé porque no está, pero como Pablo ha venido de vez en cuando a hacerme algunos “favores” que ni te cuento, no he dicho nada a los carabineros de que la tetona esa estaba adentro de la casa cuando Pablo le prendió fuego… sí mujer, él fue quién quemó la casa, porque encontró a su esposa con un negro de los que juegan básquetbol en la Di Mayor, así que los quemó vivos a los dos putos, igual me dio como cosa cuando me lo contó pero que más da, a una vieja cuarentona como yo le viene de perilla que le paguen su silencio con unas buenas cachas.

Puñal de Guerrillero.

Corro sin parar. Ya soy hombre muerto, si me atrapan llegaré a ese estado aún más rápido. Esta selva está excelente, espesa, eterna. Los pantalones verdes mimetizados que usamos en la guerrilla y mi piel morena transpirada me ayudarán a camuflarme. Sólo llevo mi puñal y la 8mm. con once balas, más la que quedó en la recámara, que no alcancé a accionar porque ya llegaban los demás guerrilleros, alertados por los sonidos de trueno y muerte que produce una pistola. Las otras tres deben estar pudriendo con su plomo el cuerpo del mal nacido. Mierda, me parece haber oído unos bototos de servicio quebrando las ramas de aquel arbusto. Me escondo. No veo movimientos, ni siquiera el de alguna bestia; pero estoy seguro de que están ahí, acechando. Un puma que quisiera morder mi cuello para alimentar a sus crías o un guerrillero siguiendo órdenes que desea meterme un balazo por el culo, lo que venga primero. Silencio, sólo mi respiración agitada retumba en los helechos húmedos por el rocío matinal. No me puedo quitar de la cabeza la cara de mi justa víctima cuando le apunté con mi arma, me dijo con sus ojos que no saldría vivo de ésta, poco me importaba que fuera el hijo del jefe de la guerrilla colombiana, no iba a aceptar que regalara droga entre los niños de mi aldea, sobretodo si entre ellos estaba mi hermano pequeño. ¡Que irónicos son éstos hijos de puta!, profesan la liberación del pueblo y los esclavizan dándole tóxicos, los vuelven dependientes del Cartel, así como yo, por eso me convertí en un drogo-soldado. Pero juré que nunca volvería a pasar, que nadie entregaría su vida al demonio para conseguir esa mierda, que nadie más tendría que jalar el gatillo y ensuciar su corazón con sangre por algo de coca. Quiero que mi hermanito pueda jugar en el cerro tal como lo hacía yo con mis amigos antes de que conociéramos a los que son ahora nuestros sargentos y capitanes. ¡¿Qué fue eso?!. Por allá se siente el barro salpicar y las AK-47 que usamos, compradas a los traficantes de armas rusos. Entre muchas, distingo a varias siluetas conocidas, Felipe, Juan, Julián y Pablo. Volvemos a jugar a las escondidas como antes, ¿eh, chicos? Sólo que si ahora me encuentran no podré buscarlos en la siguiente ronda. Y me largo a correr para tocar el árbol en el que se contaba, si llego voy a ganar por cuarta vez consecutiva. Nunca corriste rápido Juan, y ahora menos llevando esos pesados juguetes. Lo siento Felipe, no te puedo prestar mi puñal, me lo dió mi papá y le prometí que jamás dejaría de usarlo. No voy a dejar de correr Julián así que deja de gritar, no puedo perder este juego. Estoy por llegar al árbol y me caigo, me atrapan las mismas enredaderas con las que se cortó el cuello mi papá, las mismas que lo mataron, no me dejan moverme. La tierra húmeda comienza a mojar mi espalda, ni siquiera puedo sacar el juguete que llevo en la funda, mi puñal me lo quitaron y Felipe lo tiene en sus manos. ¿Por qué lloras amigo?. Creo que no voy a alcanzar a tocar el árbol.